Los mosaicos son uno de los tipos de pavimentos más antiguos que existen.
Popularizados durante el imperio romano y habituales en las villas y termas de los yacimientos arqueológicos, la decoración de suelos con mosaicos se remonta al año 3000 a.C, cuando estas obras de arte se consagraban a las diferentes deidades o a hechos relevantes (hazañas de héroes, batallas, etc.) con una finalidad estética o para realzar la importancia política o social de un personaje o familia.
Los mosaicos se elaboran con teselas, pequeños fragmentos de piedra, cerámica o vidrio de diferentes formas y colores.
Muchos de los primeros mosaicos se hacían con piezas de arcilla que, una vez cocidas y secas, se coloreaban. Después, se sujetaban a la pared o al suelo con clavos para formar figuras o dibujos.
Hoy en día, los mosaicos son una interesante alternativa para revestir suelos y paredes.
Este tipo de decoración es original y tiene muchas posibilidades estéticas, ya que queda totalmente integrada en el espacio, consiguiendo acabados elegantes y sobrios que otorgan a cada estancia de la casa una personalidad única.
Diferencia entre de mosaico, baldosa y azulejo
Los mosaicos para paredes interiores son tendencia. Pero, ¿sabes en qué se diferencia un mosaico de una baldosa o de un azulejo?
Las baldosas son losetas fabricadas con diferentes materiales y técnicas, y tienen un acabado más rústico.
En el caso de los azulejos, las piezas de cerámica son más finas y una de sus caras es vidriada porque tiene una cocción con esmalte. Se trata de piezas impermeables y brillantes que, gracias a su facilidad de limpieza, suelen utilizarse en baños y cocinas.
Los mosaicos tienen patrones mucho más precisos y estilizados que las baldosas y azulejos. Además, este tipo de revestimiento es más grueso y resistente (soporta bien la abrasión y la presión, y es difícil de romper).
Mosaicos para paredes interiores: ¿Cuál elegir?
En nuestro blog ya hemos hablado de los diferentes tipos de mosaico (de madera, de cerámica, de metal, de vidrio, de piedra natural, de pizarra, mixtos, etc.).
Todos los mosaicos suelen ser bastantes resistentes, aunque los de piedra y cerámica son los que mejor encajan con esta cualidad.
Las principales ventajas de los primeros son su calidad y versatilidad, ya que las teselas de piedra o de mármol son muy duraderas, y pueden instalarse en interiores, en exteriores, en suelos y en paredes.
Así, podemos ver este tipo de mosaicos (como las series Paradise, Outlines, Skyline, Universe o World Amsterdam) tanto en salones como en baños, jardines o terrazas.
En el caso de los mosaicos de cerámica o de porcelana, destacamos su precio, más asequible, su fácil instalación y su mínimo mantenimiento. Están recomendados para habitaciones expuestas a la humedad (como cocinas, paredes de ducha, etc.) y podemos encontrarlos en múltiples colores y diseños.
Respecto a los mosaicos de madera, ofrecen resultados orgánicos, con formas en relieve y 3D muy atractivas, y son la opción recomendada para habitaciones, salones o despachos a los que queremos imprimir cierta “calidez” o un estilo rústico.
Por último, los mosaicos de metal y mosaicos de vidrio son los más vanguardistas y ofrecen resultados exclusivos y sofisticados.
Aunque pueden usarse en casas (los mosaicos de cristal aportan mucha luz natural a recibidores o cocinas pequeñas), cada vez son más habituales para el revestimiento de paredes interiores en oficinas, despachos, hall de hoteles, etc.
Destacamos las series de L’Antic Colonial Gravity (metálica, y con acabados dorados, en bronce o en titanio) y Rhomboid (en cristal, y disponible en negro, color chocolate, crema y verdigris).
Revestimiento de mosaicos en paredes y suelos: consejos prácticos
Apuesta por un diseño uniforme
La decoración de paredes con mosaico se basa en dotar de uniformidad a las estancias, combinando los colores y formas del revestimiento con el resto de los muebles.
Aunque podrás usar cualquier tipo de estampado, las superficies lisas suelen dar mayor homogeneidad.
Respecto a las texturas, si quieres agregar mosaicos metálicos o de vidrio, puedes combinarlos con superficies lisas y conseguir excelentes resultados.
¿Un consejo? No dejes ni un centímetro de tu pared desnudo: piensa que este tipo de revestimiento también sirve para proteger las paredes de la suciedad, los vapores y la grasa.
Diseño bicolor, una tendencia que no pasa de moda
Establecer distintos patrones siempre es una buena opción si queremos revestir con mosaico las paredes o los suelos de la cocina o del baño.
Los diseños en dos o tres colores suelen ser los más efectivos: de esta manera, podemos crear formas geométricas y jugar con las luces y sombras, agregando mayor valor decorativo al interior de la casa.
Colorea “por áreas”
La uniformidad estética no está reñida con la división de espacios. Así que no tienes por qué decorar toda la casa con el mismo estilo de mosaico, ni siquiera con el mismo material. De hecho, asignar colores, texturas o materiales por zonas te ayudará a definir los espacios visualmente, sin necesidad de generar barreras físicas.
Enmarca tus diseños
Una de las grandes ventajas del revestimiento de mosaicos es la posibilidad de destacar algunos elementos que, de otro modo, pasarían totalmente desapercibidos en la decoración.
Aun así, recuerda que los mosaicos no son siempre centro de la estancia: pueden ser un buen complemento para zonas anexas a la cocina, como la barra, o para aportar mayor énfasis en un rincón concreto, como es el espacio de la ducha o de la bañera.
La decoración de paredes y suelos con mosaicos debe basarse siempre en el “menos es más”. Integrar este tipo de propuesta en la vivienda puede tener buenos resultados, pero requiere un uso mesurado y adecuado de este recurso y una excelente combinación de formas, relieves, materiales, colores y texturas.
